Sé parte de una creciente comunidad de personas que usamos los hábitos narrativos para perder peso, rendir mejor y vivir más.
Recibe gratis la newsletter de Alfredo Andreu *, creador de Hábito Nutrición
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Es bastante probable que te abrume todo lo que lees sobre nutrición. Normal, a mí también me pasa lo mismo.
Todos los abdominales y glúteos de los gurús del fitness que veo en redes tampoco ayudan a sentirse menos abrumado.
De ellos no aprendí nada. Todo lo que aprendí fue en consulta, trabajando codo con codo con personas preocupadas por su alimentación.
Los abdominales que yo exhibo son las estrategias validadas por mis pacientes. Y lo que aprendí de ellos era tan valioso que tuve una crisis: no podía limitarlo a la consulta, quería llegar a más gente.
Tenía la consulta llena por el boca-oreja, pero todo lo que había aprendido me había abierto tanto los ojos, chocaba tanto con la teoría que te enseñan de nutrición, que decidí cerrar la consulta.
Ahora todo lo que aprendí de mis pacientes lo enseño dentro de mi newsletter diaria gratuita.
No humo. No spam. No fotos del antes y después. Sí formar hábitos gracias al poder que tienen las historias en la cabeza.
Soy Alfredo Andreu, farmacéutico y dietista-nutricionista (Nº Colegiado ARA00404). Me separé de la multinacional farmacéutica para la que trabajaba porque siempre me ha dominado una pasión: contar historias.
Escribir. Hablar en público. El cine…
Sin embargo, me resultaba imposible dejar el trabajo. Cuando estás contratado por una empresa grande no quieres perder ese estatus ni la seguridad del contrato indefinido. Pero después de ver ciertos detalles del jefe de mi jefa, lo vi claro: yo no quería esa vida.
Además, cuando tenía cuatro años casi la palmo (como te cuento en esta historia), y tenía claro que no había venido a esta vida a empatar, así que me dije “ahora o nunca”.
Y monté la consulta.
Pero la monté para ganar dinero y poder escribir, mientras, la novela que me iba a convertir en el nuevo premio Planeta. Y al final publiqué la novela, pero no gané el premio Planeta.
Oh, vaya…
Pero en el camino pasó algo curioso: me enganché a la consulta de nutrición.
Me enganché muchísimo y quien tenga una consulta de cualquier tipo en la que haya visto cómo a la otra persona se le ponen los ojos vidriosos al explicar cómo ha mejorado su día a día gracias al plan que le diste y se te ponen los ojos vidriosos a ti también, bueno, pues quien haya vivido eso ya sabe a lo que me refiero.
No es lo único curioso que me ha pasado en el camino. Hay otra cosa.
Cuando terminé la carrera decidí seguir la recomendación de mis padres que me aconsejaron lo que cualquier padre aconseja a su hijo: seguridad. Que como me habían dado el premio extraordinario fin de carrera que no tendría problema en colocarme. Y lo hice.
Fue una reflexión parecida a cuando decidí estudiar farmacia y
nutrición. ¿Por qué estudié farmacia y nutrición? Ah, porque tenía salidas. Después aprendí mucho de las salidas y ahora solo confío en las de la autopista.
Pero no me quiero desviar…
Lo curioso de estudiar farmacia y nutrición es que dedicaba más tiempo a las asignaturas de farmacia que a las de nutrición. Normal, eran más difíciles. Pero a medida que aprendía más, dejó de interesarme tanto el enfoque de “tapar enfermedades” de la farmacia y me enamoré del enfoque de la nutrición por “llegar antes” a la enfermedad.
Me interesó más el «llegar antes» que el «tratar tarde».
Nada en contra de tratar, ojo. La farmacología es fundamental y estamos evolucionando hacia medicamentos más específicos y con menos efectos secundarios. Genial.
“¿Otra vez con la cantinela de nutrición y ejercicio?”
No. Esta vez es distinto.
Y lo es porque me he dado cuenta del inmenso fallo que cometemos en la consulta de nutrición. Nos hemos convertido en prescriptores de dietas. En el mejor de los casos, prescriptores de dietas y de ejercicio.
Y seamos honestos, tú…
…Ya sabes lo que tienes que comer.
…Ya sabes que tienes que hacer ejercicio.
…Ya sabes que la quinoa es un superalimento.
…Ya sabes que si no estás en déficit calórico no pierdes peso.
OK.
Aun así, el exceso de peso provoca más de 2,8 millones de muertes anuales en el mundo.
Está muy bien saber las cosas, pero está mejor saber aplicarlas.
Está muy bien la tabla semanal con la dieta del nutricionista.
“Sí, sí, pero dime cómo se hace”.
Está muy bien la tabla de ejercicios con dibujitos.
“Sí, sí, pero dime cómo se hace”.
Por eso creé Hábito Nutrición.
Tengo grandes planes.
Y si quieres saber por qué lo hago, echa un ojo a la fabulosa historia de las croquetas sin lactosa (o cómo sigo vivo).
Dicen que hay que poner una foto porque si no se piensan que eres un robot…
Esa es mi foto. No soy un robot, pero lo que sí parezco es un monaguillo del Pilar, aunque los pulgares fuera es un toque, ¿no crees? ¿Monaguillo con rollo, quizás?
Me parecen muy bien los abdominales y glúteos que la gente exhibe en las redes como «expertos» en nutrición y fitness. Me parecen muy hermosos.
Entiendo que el algoritmo premie ese tipo de perfiles porque a todos nos parecen hermosos. Pero el problema de los 2,8 millones de muertes no se ha solucionado por ver abdominales y glúteos.
No tengo nada en contra de la gente que se forma sin haber estudiado la carrera o haber pasado consulta. Los hay muy válidos. Pero en muchos casos lo que se ve es gente poco seria, ignorante, que replica mensajes de los gurús americanos con promesas que demuestran la poca calle que tienen.
Muy fit, eso sí.
Grandes abdominales, ok.
Pero cuando tratas con la salud de las personas, hombre, hace falta algo más que eso. Y ojo, que no soy el gran defensor del sistema educativo de las universidades.
Pero pasar por la universidad te ayuda a conocer a personas con rigor y admirarlas para quemarte las pestañas después, estudiando los fundamentos que finalmente te permitirán salir al mundo a aportar algo de valor.
¿O son 6 años de carrera lo mismo que alguien que se ha puesto un gimnasio en casa y te cuenta por qué los yogures de straciatella del super son ideales para después del ejercicio?
Bueno, te dejo que lo respondas por tu cuenta.
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