Cuando creas hábitos para perder peso, no solo estás mejorando tu físico: estás influyendo en tu ADN y dándote una mejor versión de vida.
Es la diferencia entre quien baja peso cada verano y lo recupera en navidad, y quien construye un estado de salud pleno que, aunque no sea garantía absoluta, eleva sus probabilidades de vivir una vida más larga y, sobre todo, con más calidad.
Por eso hoy no quiero hablarte de la «operación bikini» que casi todo el mundo por estas fechas se lanza a vender por redes.
Quiero hablarte de epigenética.
Un concepto que suena complicado, pero que gracias al maravilloso libro de Curro Clavero he podido entender mucho mejor y hoy lo vas a entender tú.
Centrarte solo en tu físico puede jugar en tu contra
Muchas veces, empezamos a cuidarnos de verdad para vernos mejor porque eso mejorará nuestra autoestima y nos hará más atractivos para los demás.
Vale. Legítimo 100%.
Pero muchas veces, centrarse en la estética hace justo lo contrario:
- Lo vemos tan lejano que ni empezamos.
- Al primer estancamiento, lo dejamos porque no vemos resultados «visibles».
- Nos comparamos con gente que vive de su imagen (pero tú tienes otro trabajo).
Y eso que por dentro ya están pasando cosas muy potentes.
Beneficios invisibles (pero reales) de perder peso
Estos son algunos de los beneficios más poderosos:
- Reduce la grasa visceral y el riesgo de enfermedades cardiovasculares (menos carga para tu corazón y menor presión arterial).
- Disminuye los niveles de inflamación y el riesgo de casi todos los tipos de cáncer.
- Reduce la grasa en el hígado (previniendo hígado graso no alcohólico).
- Mejora tu sensibilidad a la insulina (menos riesgo de diabetes tipo 2).
- Aumenta tu esperanza de vida en salud, no solo en años.
- Mejora la apnea del sueño y el reflujo gástrico.
Epigenética: tu nuevo detonante
Puede que haya una alternativa mejor al espejo.
Puede que haya una manera de que cuidarte sea un viaje sereno, paciente y de largo plazo, en lugar del clásico acelerón estresante previo al verano.
Y es precisamente entrenando a tu cuerpo para expresarse mejor.
Es decir, no estás cambiando tu ADN (eso no se puede), pero sí estás cambiando la forma en que tu ADN se comporta.
Esto se llama epigenética.
Y Curro escribe en su libro una metáfora que hará que este concepto poco visual se pegue a tu cabeza como un chicle: “si la genética es el piano, la epigenética es el pianista.”
Tú no puedes cambiar el piano con el que naciste. Pero puedes hacer que toque una melodía mucho más armoniosa.
(Y no necesitas convertirte en Chopin para eso).
Mi misión es ayudarte a crear hábitos reales que mejoren tu salud, sin recurrir a panaceas ni dietas específicas, y así vivir con más energía y propósito.
Así que aquí te dejo 4 formas de cómo puedes influir en tu epigenética si pierdes peso:
1. Reduces la inflamación silenciosa
La grasa visceral —esa que rodea tus órganos— es una fábrica de inflamación. Al perder peso, esta inflamación baja y con ella se reduce la activación de genes que promueven enfermedades crónicas.
2. Mejoras la sensibilidad a la insulina
El exceso de grasa interfiere con la forma en que tu cuerpo usa la insulina.
Al reducirla, tu cuerpo se vuelve más eficiente, y eso influye en rutas metabólicas que regulan la expresión genética a favor de la longevidad y la energía sostenida.
3. Activas tu producción de SAMe
SAMe (S-adenosilmetionina) es la molécula encargada de pegar “etiquetas” químicas a tu ADN para decirle qué genes activar o silenciar.
Es como una especie de repartidor bioquímico: va por tu cuerpo dejando etiquetas que dicen a qué genes activar y a cuáles no.
Al mejorar tu alimentación y tu salud metabólica, favoreces la producción de SAMe. Y es sorprendente, pero esta molécula participa en todo:
- En la desinflamación.
- En la producción de serotonina (hola, buen humor).
- En la limpieza de estrógenos y dopamina cuando sobran.
- En la fabricación de antioxidantes que frenan el envejecimiento.
Son muchas cosas, pero quédate con esta idea: tu peso (tu grasa corporal) decide si la SAMe hace su trabajo bien… o no.
4. Produces más antioxidantes endógenos
Con menos grasa acumulada y una metilación más eficiente, tu cuerpo convierte mejor la homocisteína en cisteína, precursora de los potentísimos antioxidantes glutatión y taurina.
Traducido: fabricas más antioxidantes para protegerte del envejecimiento y del daño celular.
En Pocas Palabras
Recuerda que tu salud también es verse bien, pero que los auténticos beneficios no son visibles.
Todos nacemos con un ADN que es el que nos ha tocado, pero perdiendo peso (y creando otros hábitos saludables) logramos sacar lo mejor de nuestro ADN y contrarrestar lo menos bueno.
Y eso es la epigenética.
Es como ese director de cine que es capaz de sacar lo mejor de sus actores y hacer que brillen siempre, a la vez que tapan sus carencias. Esos directores que suelen lograr un Oscar para alguno de esos actores con cada película que estrenan.
Así que aunque sea menos visible que tus abdominales o tus muslos, ¿no crees que cuidar tu epigenética merece la pena?
La próxima vez que empieces una transformación de salud, además del físico, recuerda que ya desde los primeros pasos estás escribiendo salud en tu ADN.
No para verte bien este verano. Sino para vivir bien el resto de tus veranos.
Y si quieres saber más, atento a mi Instagram, que pronto entrevisto a Curro Clavero, autor del libro que me ha volado la cabeza.
Eso es todo por esta semana.
Nos vemos el sábado que viene.